Volver sobre mis pasos, mi camino como Doula

acompañamiento vida de doula Oct 03, 2022

El parto como lo conocemos hoy en día es una realidad moderna que tiene poco más de 200 años, parir en el hospital acostada, monitoreada y rodeada de técnicos es una realidad moderna. Parir con oxitocina, parir con anestesia, parir lejos de tu comunidad, de la gente que amas, de la gente que te conoce es una realidad moderna. 

 

Ancestralmente las prácticas en torno al parto en el mundo eran relativamente similares. La mujer se movía libremente, ajustaba su posición según su necesidad para ir aliviando el dolor, comía y bebía según lo que se consideraba seguro y saludable en cada cultura y daba a luz en un lugar familiar, generalmente su hogar. Finalmente estaba acompañada por otras mujeres con las cuales tenía una relación cercana; su madre, su amiga, su hermana o una partera o comadrona. En cualquier caso, una mujer que hubiese pasado por una experiencia similar, que tuviese empatía y compasión por el proceso que estaba atravesando, ya que ella misma lo había experimentado.

Es la primera vez que hago un blog desde Almatriz, y hoy me animé porque nuestra comunidad está creciendo y porque sentí la necesidad de ir sobre mis pasos y recordar qué fue lo que me enamoró de este oficio, volver al origen para volver a conectar con el propósito inicial que me trajo hasta aquí. A ocho años de haberme convertido en madre, a siete años de haber acompañado mi primer parto y crear Almatriz, a cuatro años de haber comenzado con la escuela de doulas, y a un año del nacimiento de mi segunda hija sentí necesario darme un momento de calma y conectar con el sentido principal de este camino. 

Mi experiencia de vida y habitar han ocurrido principalmente en lo urbano, aunque siempre he sentido una profunda atracción por la naturaleza, lo que me ha llevado a viajar y explorar distintos territorios. Estudié antropología y desde ahí comencé a interesarme por la partería ancestral, todo lo relacionado a los nacimientos, la menstruación, la energía femenina, los círculos de mujeres me fascinaba y por eso decidí hacer mi tesis en una comunidad atacameña del Norte de Chile. Había estado viajando de manera intermitente entrevistando parteras indígenas durante varios meses, sin embargo sabía que era importante irme a vivir durante un tiempo a la comunidad para conocer de manera profunda sus prácticas y visiones sobre la gestación y el parto y cómo estas convivían con el mundo de la biomedicina. 

El mismo día que me iba a tomar el avión me hice un test de embarazo para “irme tranquila” ya que tenía un atraso de varios días, cuando me lleve la sorpresa de que estaba gestando. En mi locura decidí irme de todas maneras, pero volví a los 5 días a mi casa; las náuseas, la incertidumbre y la necesidad de contención emocional fueron más fuertes. Fue un duelo dejar ir el plan de vivir en San Pedro de Atacama y volver a Santiago, embarazada y con una tesis pendiente, sin embargo, de nuevo fue mi interés por el mundo del nacimiento lo que me motivó a seguir. Me puse en contacto con una profesora que trabajaba con temas de nacimiento, quien me ofreció ser su ayudante en una investigación sobre el aumento del índice de las cesáreas en Chile, en ese momento pensé ¡que alejado este tema de lo que originalmente quería! pero estaba muy equivocada, gracias a eso se me abrió un mundo que no conocía y se reveló el propósito que me trajo hasta aquí hoy. 

Mientras más investigaba sobre el aumento de las cesáreas, más sentía  la necesidad de vivir una gestación consciente;  y es que me tope con historias de mujeres que habían vivido violencia obstétrica en sus partos, mujeres a las cuales no se les habían respetado sus deseos ni expectativas. Entendí que las mujeres no éramos dueñas de nuestros procesos sexuales y reproductivos y me cuestioné de qué manera podía contribuir a que esa situación se transformara. Fue ahí cuando conocí a las Doulas - mujeres experimentadas  que proveen de soporte continuo, información y apoyo emocional, y físico a las mujeres gestantes, antes, durante y después del parto. - y quise ser acompañada en mi proceso de gestación desde esta mirada. 

Parí a mi hija en consciencia y conexión en un hermoso parto natural y respetado, nunca antes en la vida me sentí tan poderosa, nunca antes en la vida me sentí tan mamífera, tan conectada con la esfera espiritual como ese día. Las herramientas e información que mi Doula me entregó fueron la piedra base que me permitió vivir mi parto como yo quería, de la manera en que a mí me hacia sentido. Esta experiencia transformadora me inspiró a acompañar a otras mujeres en su camino a ser madres y decidí que me convertiría en una Doula. 

Cuando mi hija tenía seis meses encontré un pequeño curso dictado por Marta Mujica, una matrona de parto en casa quien hoy se ha convertido en mi maestra y amiga. Luego de ese primer curso quedé maravillada por este oficio; la nobleza, la entrega, el espíritu de servicio, la conexión con el mundo de lo femenino me llenaron el alma y supe que esto era para mí. Al poco tiempo Rita Aparicio de Doula Caribe Internacional dictó el primer curso de Doulas en Chile y por supuesto quise estar ahí. Esa hermosa coincidencia me reunió con Tania Saez con quien formamos Almatriz (pero esa historia se las cuento otro día...) y yo comencé mi camino como Doula.

En Junio del 2015, hace ya siete años y algunos meses, acompañe mi primer parto. Un parto en casa, un parto largo, un parto intenso, que me abrió las puertas al misterioso mundo del nacimiento y fue de cierta manera un vaticinio de lo que sería mi camino como Doula. Este oficio me ha conectado, no solo con cientos de mujeres que buscan vivir sus procesos sexuales y reproductivos con mayor libertad, sino también conmigo misma en niveles muy profundos, niveles que ni siquiera sabía que existían en mí. Este oficio me ha removido viejas heridas, me ha obligado a mirar mis sombras y me ha revelado lo más brillante y luminoso de mi misma. Solo puedo sentir gratitud por el camino recorrido...

Hoy acompaño principalmente a mujeres que dan a luz en su casa, que buscan traer al mundo a sus hijos e hijas en un ambiente de respeto, tranquilidad e intimidad. Si bien utilizo algunas prácticas ancestrales de la partería como el uso de hierbas medicinales, los masajes y el uso del rebozo (las cuales me han ayudado a apoyar a otras mujeres a transitar el dolor con confianza y tranquilidad) lo que más intento entregar es presencia y confianza en el cuerpo de las mujeres.

Muchas veces soy solo una guardiana del espacio de calor, intimidad, y oscuridad que se necesita para no perturbar el parto. Muchas veces soy solo una espectadora de la fuerza y convicción de las mujeres al momento de parir. Muchas veces soy solo una palabra de confianza en un mar publicidad negativa sobre el parto. Muchas veces soy solo una presencia de calma en un ambiente de intranquilidad. 

A través de este noble oficio reivindico la sabiduría de nuestros cuerpos, esa que nos dice cómo movernos, como respirar, como atravesar el dolor durante el parto. Esa sabiduría nos ha acompañado de generación en generación y a pesar de todos los esfuerzos de la biomedicina de hacernos creer que no somos capaces, sigue resistiendo en el alma de cada una de las mujeres que tienen la convicción de parir a sus hijos en un ambiente de calma, respeto y paz. 

Gracias por leer

Magdalena Rivera Fernández, @doulaencasa

Madre de Alba y Elisa, Doula de Gestación, parto y posparto, Directora de Almatriz Doulas.

Fotografías por Rosario Valenzuela @fotografiaypartos